domingo, 25 de julio de 2010

HIGÓN-SANTIAGO DE COMPOSTELA.575 KM.DE BICIPELEGRINAJE

La idea surgió de forma repentina, tengo una semana por delante, ningún plan específico, me voy a Santiago con la bici. ¿ Qué ruta ? la mía, desde mi lugar de nacimiento. Por cierto me acompaña Sito, yo encantado.

A las siete de la mañana tomamos café en Higón, informamos a la familia de los planes e itenerario, recibimos sus bendiciones y nos ponemos en marcha.¡¡BUEN CAMINO!!
Marcamos como primer objetivo Aguilar de Campoo, tenemos dos opciones, por el este hacia Valderredible por la Colegiata de San Martín de Elines. Por el oeste, también conocido como "gallego"por la Colegiata de Cervatos. Está claro vamos por la de Cervatos. Recorremos la ribera sur del pantano del Ebro, que está a rebosar, miramos de reojo las ruinas de Julióbriga y nos dirigimos a Cervatos haciendo una parada junto a la iglesia.


Desde la misma colegiata un camino nos lleva a la carretera del Bardal, superado el alto nos internamos en el valle de Valdeolea.




Entre prados, bosques, iglesias románicas, restos de calzadas, menhires y antiguos puentes llegamos a Nestar. Por la calzada Portus Blendius- Pisoraca llegamos a la antigua capital de la Merindad de Campoo. Aguilar. Visitamos Santa María la Real y tomamos un aperitivo en una de las terrazas de los soportales de la bonita plaza.
Nuestra próxima parada será para comer de campo al lado de la iglesia rupestre de Olleros de Pisuerga. Impresionante y mucho más cerca que La Capadocia. Menú campestre: Sopa gallina blanca, callos el campanal y plátano, calentado con el infiernillo última tecnología campiz-gas. Una hora de siesta a la sombra de los árboles y continuamos hasta Alar del Rey donde por el camino que discurre paralelo al Canal de Castilla llegamos hasta Herrera de Pisuerga. Como tenemos viento favorable decidimos continuar hasta Osorno para pasar la noche. Para ser el primer día han sido muchos kilómetros, gracias al Dios Eolo y a un recorrido en general llano, o así nos lo ha parecido a nosotros, acostumbrados a los desniveles de "La Montaña".


El segundo día de periplo amanece con el cielo totalmente despejado y un sol en lo alto que amenaza con aplanarnos. Atravesamos hoy la Tierra de Campos desde Osorno, pasando por Carrión de los Condes, donde enlazamos con la ruta clásica que viene de Roncesvalles, llegamos a Sahagún de Campos y como vamos bien de tiempo y forma pernoctamos en el albergue del Burgo Ranero.

Rodamos en todo momento por caminos de tierra por la "ancha Castilla" que se dispone a recolectar el cereal. Tomamos contacto por primera vez con otros caminantes y cambiamos impresiones en cuanto a la forma de hacer esta ruta, a nosotros nos parece muy dura para hacerla caminando, las largas y monótonas rectas con sus toboganes se nos antojan interminables; los caminantes, por su parte, opinan que es así como se le saca todo el partido. En fin, cada uno con lo suyo. También cambiamos impresiones con las pocas gentes que viven en estos pueblos castellanos, así nos enteramos, por ejemplo, del bajo precio que se paga por la cebada, diecinueve pesetas-kilo, o lo tirado que está el precio del lechazo. Intentamos disfrutar de las vistas de campos de girasoles y cereales y nos acompañan a la derecha y a lo lejos los perfiles de la conocida montaña palentina.

El atardecer castellano es recibido como un regalo para los sentidos, la gran bola de fuego que es el sol potencia los tonos rojos de los adobes y los ladrillos de los campanarios. La infinidad de ranas que deben de dar el nombre al Burgo comienzan su concierto en la laguna, con esa música nos quedamos dormidos.

A primera hora nos ponemos en marcha rumbo a Mansilla de las Mulas y León, es curioso como a lo largo del camino vamos cruzando aquellos ríos y afluentes que de pequeños recitábamos de memoria a la maestra, el Pisuerga, el Cea, el Órbigo, el Esla, cada uno por su bonito puente, el de Hospital de Órbigo está en reparación.


Hemos parado un momento en León para visitar su catedral y hacernos la foto con unos paisanos que conocimos en la anterior etepa, cosas del camino. Las entradas y salidas de las ciudades no dejan muy buenos recuerdos, por lo menos para los bici-pelegrinos.


Seguimos teniendo a lo lejos y a nuestra derecha la cadena montañosa desde el Curavacas hasta Riaño. Nos internamos en el extenso páramo leonés, pobre en sus inicios pero enseguida gracias al regadío procedente de sus pantanos se vuelve fértil. El mayor productor de legumbres de la península, nos dice Jesús el del albergue de Villar de Mazarife, donde comemos y descansamos largo rato.
La tarde aún será dura hasta conseguir alcanzar la bella localidad de Astorga.
Debemos poner especial interés en realizar unos correctos avitualamientos o nuestra llegada no estará garantizada, también la hidratación es parte importantísima de nuestros cuidados. Tampoco somos tan raros que no deseemos saber de nuestra familia.
Desayunamos antes de que amanezca en Astorga, pues nos queda una jornada durilla, hemos de cruzar la tierra maragata hasta subir a la cruz del fierro, punto más elevado del camino a 1500 m. de altitud. Seguimos con nuestras bicis el camino siempre peatonal excepto la fuerte bajada a Ponferrada que elegimos el asfalto.
Dos curiosidades del camino, la primera apuntada por Sito, y es que todos vamos en el mismo sentido, parece un camino sin retorno, debe ser que Santiago milagrosamente nos devuelve a nuestros lugares de origen por distinto itinerario o por distintos medios. La segunda es que hasta ahora no hemos tenido que vender ninguna reliquia para sobrevivir. Tenemos una tarjeta que la metes por una ranura y problema resuelto.
Hemos cruzado El Bierzo, tierra agreste y muy parecida a nuestra Liébana cántabra, rica en frutales, hortalizas y vinos, hasta bolígrafos nacen si se plantan.


Por fin entramos en Galicia con todos los típicos tópicos, fuerte subida al Cebreiro, niebla, paisaje verde, aldeas grises con casas de piedra y pizarra, y también pulpo y ribeiro. Suena ya el cantarín galego que se venía adivinando por tierras bercianas; en el camino se escuchan varios idiomas, predominando el inglés, después el castellano, catalán, alemán, japonés, italiano etc.
Nos vamos dando cuenta que el camino es un recurso turístico importante por las zonas por donde pasa, por muchas creo que el único. Venimos haciendo uso de los albergues, algunos son como un oasis en medio del desierto, sobre todo por Castilla y el Páramo. Nos llama la atención los centenarios y hasta milenarios castaños y robles que flanquean el camino gallego, no como esos arbolitos casi recién plantados de etapas anteriores, con la calor que pegaba y lo necesario que era su sombra.
Disfrutamos pero también sufrimos por los caminos gallegos, para la bici son exigentes o como se suele decir rompepiernas. Cerca ya de Santiago, donde se establece la línea en que te ganas el jubileo, la masificación hace que tengamos que ser prudentes con la conducción, intentamos molestar lo mínimo a los caminantes.

Por fin conseguimos el objetivo marcado , llegamos temprano por la mañana, descendemos el Monte del Gozo, entramos por el casco histórico y pisamos la Plaza del Obradoiro, una ojeada a las agujas de la catedral y a su entorno y enseguida me doy cuenta que llegar a Santiago significa que deseo enormemente regresar con mi familia y amigos. Y significa que empiezo a rebobinar y a ir recordando los buenos momentos que ha tenido el peregrinaje.
No creo que el camino tenga ninguna magia especial, simplemente el hecho de hacer el esfuerzo físico y mental que supone su recorrido, con una velocidad y en un medio muy distintos a los que habitualmente estamos acostumbrados, y a establecer de forma espontánea relación con todo tipo de personas, nos produce como resultado un estado satisfactorio en general. O puede que a esto hoy en día lo tengamos que llamar magia.
Mi primera idea fue ir sólo, me alegro de haberlo hecho acompañado por mi buen amigo Sito. Un abrazo.