Un clásico paseo por los impresionantes Picos de Europa es lo que nos proponemos hacer hoy en familia. Aprovechamos el teleférico de Fuente Dé, para ponernos en camino hacia Los Horcados Rojos, donde llegaremos en dos o tres horas, siempre lo del tiempo es muy relativo, y por supuesto aquí no tenemos prisa. Pequeñas lagunas de origen glaciar aparecen a nuestra izquierda, en medio de este caótico pedregal. Alguno se puede preguntar qué tiene de atractivo caminar por esta luna en la tierra, pues lo tiene y mucho.
Parece que tenemos el piramidal pico del Tesorero a tiro de piedra, pero las distancias raramente son lo que parecen y por Los Picos mucho menos; aquí cada cima, cada collado o cada canal habrá que ganársela a base de esfuerzo, piernas y pulsaciones.
El día no podía haber estado mejor, cielo limpio, mar de nubes en el fondo y temperatura agradable. En Picos tanto el frío como el calor pueden jugar mucho en tú contra. Vemos en la foto parte del camino ya recorrido y por el que tendremos que volver a bajar.
Si antes de la etapa Zapatero se decía que "en todos los trabajos se fuma" en la montaña se dice que cuando el cuerpo te lo pida hay que hacer un descanso. Aunque solo sea para echar la vista atrás y admirar el Curavacas en la distancia.
Poco a poco el gusanillo de la montaña y el senderismo se irá colando entre las aficiones preferidas de los niños.
Por fin nuestro modesto objetivo ha sido logrado, con la inmensa suerte de gozar de la espectacular vista del mítico Naranjo de Bulnes.
Y si por sí solo no mereciera tal admiración, se puede acompañar del retrato de Maite, que seguro que mejora la composición, y de paso certifica que también ella logró el objetivo.
Después de despachar los bocadillos y disfrutar de las vistas durante un buen rato, toca desandar lo andado, que parecía una broma pero nada de eso, en Los Picos no hay nada fácil.